El nombre
En la ciudad de Barcelona encontramos la montaña del Tibidabo, que forma parte de la sierra de Collserola y es su pico más alto (512 m). Con una extensión de 17 km de largo y 6 km de ancho, esta sierra se encuentra situada entre los ríos Besós y Llobregat, y forma parte de la cordillera litoral catalana. Collserola es un magnífico paraje natural compuesto por una masa forestal de unos diez millones de árboles, donde viven una gran variedad de mamíferos, reptiles, anfibios, etc.
Pero este inmenso espacio considerado actualmente uno de los parques naturales metropolitanos más grandes del mundo no siempre ha sido tan apreciado y visitado por los habitantes de la ciudad de Barcelona. Una de las causas fundamentales era la lejanía y la falta de comunicación, que lo convirtieron hasta finales del siglo XIX en un espacio casi reservado a excursionistas, pastores o a los habitantes de las pocas construcciones que escondía su interior.
Para encontrar la primera relación de la montaña con la ciudad de Barcelona nos tenemos que remontar a 1283, cuando el rey Pedro II «el Grande» (Pedro III de Aragón) lo señala como uno de los límites de la ciudad. Durante el periodo medieval se conoce como monte del Águila, pero no sería hasta el siglo XVI cuando los monjes residentes en el monasterio de San Jerónimo la llaman como hoy la conocemos: Tibidabo, término extraído del evangelio de San Mateo, formado por los vocablos tibi y dabo, que significan «te daré».
Construcción del Parque de Atracciones Tibidabo
En 1886 se edificó en el pico la primera construcción estable, que consistía en una pequeña capilla dedicada al Sagrado Corazón. Dos años más tarde, y con motivo de la Exposición Universal, se abrió el último tramo de carretera hasta el parque de atracciones, donde se alzaría un pabellón de estilo árabe para alojar a la reina María Cristina durante su visita. Pero el impulso definitivo de la urbanización del Tibidabo sucedería a partir de 1899, promovido por Salvador Andreu i Grau, un intuitivo y emprendedor farmacéutico que deseaba acercar para siempre aquella montaña a los barceloneses con la creación de un tranvía, un funicular y un gran parque de atracciones.
La sociedad
El 20 de febrero de 1899 se constituía la Sociedad Anónima El Tibidabo, de la cual formaban parte personalidades de la época como los señores Ròmul Bosch i Alsina, Romà Macayà, Francesc Simón, Teodor Roviralta o el mismo Salvador Andreu. Los terrenos adquiridos iban desde el actual paseo de Sant Gervasi hasta el pico del Parque de Atracciones Tibidabo, y entre los diferentes proyectos destacaban la urbanización de la parte baja, con la creación de una ciudad-jardín con una avenida como eje central, y un tranvía y un ferrocarril-funicular que comunicaran con el pico del Tibidabo, donde se instalaría un centro de ocio.
Las obras empezaron a mediados de 1900 y con ellas se iniciaba una metamorfosis de la montaña, que más adelante la consagraría como un verdadero polo de atracción turística. El 29 de octubre de 1901 se inauguraban la avenida, el tranvía y el funicular (el primero de estas características en el Estado español, obra del ingeniero Bonaventura Roig).
La respuesta de los habitantes de la ciudad de Barcelona fue entusiasta; por primera vez podían acceder con comodidad y rapidez al pico de la ciudad y disfrutar de unas vistas excepcionales y casi desconocidas. Si bien los primeros visitantes correspondían mayoritariamente a la clase elitista, poco a poco el Parque de Atracciones se popularizó y surgieron las primeras diversiones, actos y espectáculos, así como cafés y restaurantes.